¿Qué estoy haciendo con mi vida?

Esta es una pregunta que suelo hacerme a veces,

Todo comienza siempre con una pequeña incomodidad en mi mente que me cuestiona el momento de vida que estoy teniendo, a veces lo manejo muy bien y otras veces me consume y me obliga a descansar un par de días antes de volver a la faena de mi negocio.

Esa necesidad de sentirnos productivos siempre haciendo “algo” creo que nos afecta en muchos niveles, en muchos casos, niveles que ni sospechamos.

La pregunta con la que me he obsesionado ultimamente:

¿Por qué sucede esto?

Mi mente me remonta al año 2017, cuando decidí renunciar a mi empleo de ese entonces, arriesgarlo todo, y comenzar un emprendimiento. En algunas ocasiones he sentido la necesidad de dimitir, lo que me hace recordar  la mística escena del Rey León, donde Simba le responde a Scar: “O dimites o peleas”.

Y ¿si ya estoy cansado de pelear?, es que creo seriamente que no se trata de pelear, se trata de disfrutar tu proceso mientras obtienes el resultado que esperas.

Llegado a este punto, no sé si te estás preguntando: ¿Pero qué estoy leyendo?, quizá para ti no tiene sentido, pero el artículo de hoy no es más que un grito que empatiza con otras personas que están en la misma situación.

A lo largo de los años he dado conferencias, escrito libros, participado en programas de televisión, ayudado a personas, vendido mis consultorías y aún así hay veces que no me siento suficiente. Con el peligro del home office creo que es un mal digital que nos afecta a muchos emprendedores.

Desde hace unos 2 años decidí quitarme el peso de mostrarme “perfecto” en redes sociales; más que una decisión voluntaria, fue una obligación producto de una crisis existencial que tuve que atravesar con las herramientas que tenía en el momento.

El punto de este artículo es hacerte saber que seguramente si te has sentido insuficiente en algunas ocasiones, no estás solo o sola. Todos hemos pasado por eso. Y en este mismo artículo encontrarás que termina siendo una carta a la nada como parte de un ejercicio de liberación personal.

Entremos a la carnita del asunto

¿Qué hacer?, mi recomendación: nada.

Suena contraintuitivo, pero a diferencia de lo que hemos aprendido, no se trata de hacer algo para que la sensación disminuya, sino vivirla y adentrarnos en las profundidades de esa sensación y descubrir de dónde viene, porqué ha llegado, qué quiere enseñarnos y cómo hacer para escucharla con atención.

Tómate los días de descanso que necesites, céntrate en ti, date amor, duerme, camina…

Porque a veces, no es más que nuestro cuerpo pidiéndonos a gritos la atención que no sabemos darle.  Si no sabes, vivo en México y hoy leí la noticia de  Verónica Toussaint, que murió a los 48 años, de cáncer. No era seguidor de su trabajo, pero sí sabía quién era. En redes podías verla tan empoderada, fuerte, magnética y aún así ha dejado toda una vida por delante. Entonces, esto me hace preguntarme ¿para qué seguir en la rueda de la preocupación? un día te vas y el mundo sigue igual.

Necesitamos aprender a bajarle a la preocupación y subirle al poder del ahora, disfrutar cada momento y vivir el proceso con la mente abierta al cambio.

Abrazos,