Hola amigo lector. Recientes acontecimientos me han inspirado para escribir este artículo. Es una reflexión que quiero compartir contigo.
Noto que hay demasiada ignorancia alrededor de las emociones, la realidad es que nunca nos enseñan sobre ellas, de hecho ni siquiera los autores se ponen de acuerdo en cuántas emociones tenemos los seres humanos, algunos dicen 6, otros 8 y otros 27. De cualquier manera, representa un reto de información. Me gusta pensar que las emociones no son más que información, es la manera en que tu cuerpo te habla. Pero si nuestro cuerpo está diseñado perfectamente para comunicarse con nosotros y darnos información de nuestro entorno, ¿por qué no lo escuchamos?
No sabemos cómo leernos a nosotros mismos…
Piensa en tu infancia, te acabas de caer estrepitosamente e inevitablemente lloras. Desde lo lejos, se acerca a pasos agigantados algún familiar pronunciando las palabras que van a cercenar tu derecho natural a expresarte:
–¡No llores!, no pasó nada.
En menos de un minuto han anulado tu expresión y como eres un niño que apenas estás investigando cómo funciona el entorno, acabas de pensar que no sólo está mal llorar sino que tu dolor no es válido porque alguien mayor que tú acaba de minimizarlo con el famoso: “no pasó nada”. Entonces, ¿cómo le explico a mi rodilla que deje de doler?, ¿Acaso hay algo malo en mí y por eso cuando me caigo quiero llorar? ¿seré débil?
Lógicamente, ese familiar no lo ha hecho con malas intenciones, a él tampoco le han enseñado a sentir sus emociones.
Lo trágico de esto es que cuando creces y te vuelves un adulto funcional, comienzas a llevarte mal con la manera en la que te sientes en distintas situaciones retadoras de tu vida. Paso a paso, vas creándote una capa protectora emocional y cuando una emoción incómoda azoma su nariz, tú decides encubrirla con algo o alguien. Decides hacer como que : No está pasando nada. ¿Lo ves?
No sabemos cómo leer a otros…
Estamos tan acostumbrados a hacer como que no está pasando nada, que cuando alguien habla de estos temas, seguro es porque está pasando por algo muy grave. Recientemente, una amiga me preguntó si estaba triste porque estaba viendo que mi contenido en redes sociales está dirigido a tratar los temas emocionales.
–¿Seguro estás bien?, insistió cuando le comenté que no me pasaba nada.
Pienso que estamos viviendo en un mundo cada vez más demandante y consumista. No sé si siempre ha sido así o es que apenas lo estoy notando, pero lo cierto es que cada vez es más común encontrarse con personas que están pasando por momento de angustia emocional.
La angustia es el lugar al que vamos cuando las cosas son muy inciertas y caóticas…
Brené Brown, escritoria e investigadora de la vulnerabilidad, comenta en la serie de televisión Atlas del Corazón, que la angustia es ese lugar dentro de nosotros al que llegamos cuando nos domina la incertidumbre, suele ser una emoción fuerte que principalmente nos cuesta definir si es que no sabemos que existe.
La angustia es como un dolor ilocalizable, te duele, pero no terminas de entender dónde. La angustia viene siendo como un cóctel cuyos ingredientes son ansiedad, incertidumbre, preocupación y opresión en el pecho. Por lo general llega cuando ya tu cuerpo está gritándote: ¡Tenemos que hacer algo, el barco se hunde!
Este artículo no pretende ser una investigación sobre las emociones, pero decidí comenzar con ello porque hace poco un vecino de donde vivo decidió quitarse la vida. Y eso despertó en mí muchas preguntas y reflexiones de la vida. “No te lo vayas a tomar personal” me comentó mi hermana. Pero, ¿cómo sigues con tu vida después de ver a una persona colgada? El suicidio debe hablarse.
Debemos hablar de esto sin tabú, las autoridades deben trabajar para despenalizar los intentos de suicidios y debe atacarse el verdadero conflicto: No sabemos sentir nuestras emociones.
Me pareció paradójico que, todos los vecinos estuvieron de acuerdo en que aquél chico se sentía solo y vivía solo, quizá era una forma de darle cierre a algo que no lo tiene. Me puse a pensar que, si lo hizo por sentirse solo ahora había por lo menos una docena de personas llorando y acompañando su cadáver hasta que llegaran las autoridades.
El suicidio no acaba con el dolor, lo transfiere…
El impacto que genera en las familias, amigos y comunidad es irreparable, pero hoy en día se sigue enfocando de manera incorrecta (según mi punto de vista) Se sigue culpando a la víctima cuando el camino debería ser aprender a entenderla. Muchos de los que estaban “acompañando” al chico en sus últimos momentos antes que llegaran las autoridades, seguían diciendo:
–Pero yo lo vi bien esta mañana, salió con su bicicleta
–¿Por qué no dijo nada?
No sé la historia del chico, pero lo que sí sé es que 8 de cada 10 personas que se han suicidado han expresado claramente sus intenciones. A continuación te enumero algunos errores al hablar de suicidio que descubrí en la revista Murcia Salud, en internet.
Mitos sobre el suicidio:
Los que hablan sobre suicidio no lo llevan a cabo.
Realidad: 8 de cada 10 personas que se han suicidado, habían avisado claramente sus intenciones.
Preguntarle a una persona sobre sus ideas de suicidio, especialmente si está deprimida, puede animarle a intentarlo.
Realidad: Al contrario, hablar del suicidio con alguien reduce el riesgo de que pueda intentarlo. Se le debe pedir que hable abiertamente sobre sus pensamientos. Muchas personas se sienten más aliviadas al poder expresar sus ideas sobre el suicidio. El sentir que pueden hablar con alguien del tema les puede ayudar.
Alguien que ha intentado suicidarse, no lo hará de nuevo.
Realidad: Las personas que han intentado en el pasado suicidarse, son las de mayor riesgo para futuros intentos. El principal predictor del suicidio consumado son los intentos anteriores, de hecho, la tasa de suicidio es 40 veces mayor para aquellos que ya lo habían intentado.
Todos los que cometen suicidio están deprimidos.
Realidad: la depresión es uno de los trastornos mentales más frecuentemente asociados con el suicidio, pero no es exclusivo, hay otras alteraciones mentales que influyen mucho en la posible conducta suicida de una persona.
El suicidio es mucho más frecuente entre los ricos o, al contrario, es casi exclusivo de los pobres.
Realidad: la probabilidad de suicidarse no depende del nivel económico.
El suicidio se hereda o está en la familia.
Realidad: Se puede heredar una predisposición a la depresión, pero no la idea suicida como tal.
El suicidio ocurre sin previo aviso.
Realidad: Hay muy pocos casos en los cuales no haya ningún aviso.
La mejoría después de la crisis suicida significa que el riesgo de suicidio se ha superado.
Realidad: Son muchos los suicidios cometidos en los 3 meses posteriores a una aparente mejoría, momento en el cual la persona tiene la suficiente energía como para poner sus ideas y sentimientos en práctica (especialmente en personas con depresión). La señal es que la tranquilidad de la persona no coincide con una solución del problema o un acontecimiento positivo. Hay que estar alerta con esas “recuperaciones espontáneas”.
Es fácil adivinar el motivo del suicidio
Realidad: La verdad es que es muy difícil entender por qué una persona decide suicidarse.
El suicidio es un acto de cobardía o de valentía.
Realidad: no se puede reducir el suicidio a una característica de la personalidad cuando detrás hay una persona que sufre y no encuentra otra salida.
Pensar en el suicidio es algo raro.
Realidad: Los estudios sugieren que entre un 40% y un 80% de la población piensa alguna vez en el suicidio. Esto significa que muchas personas lo han pensado al menos una vez en la vida. Otra cosa es cuando la idea empieza a ser cada vez más frecuente e intensa.
Las personas que realizan intentos con medios de baja letalidad, no están pensando seriamente en matarse.
Realidad: Algunas personas no están bien informadas sobre el peligro del método que van a usar, como puede ser la utilización de pastillas. El método utilizado no siempre está en relación con la intención de fondo.
El alcohol y las drogas no influyen en el suicidio.
Realidad: Está comprobada la relación del suicidio con el alcohol u otras drogas. Tanto el alcohol como otras drogas aumentan la impulsividad.
Entonces, ¿qué hacer?
Durante una crisis emocional o algún proceso de angustia emocional, en común sentir que estás solo y que tu problema es lo suficientemente complejo como para que alguien lo entienda. Te entiendo, yo he estado en esa situación en la que no ves salida e incluso en la que piensas que la única salida es terminar con tu vida. Pero por experiencia sé que cuando decides hablarlo encuentras que siempre hay soluciones y que no puedes dejarte convencer por el escenario fatídico que tu mente te propone. Te contaré aquí tres cosas que comencé a hacer y me ayudaron a salir del hoyo emocional en el que me encontraba.
1) Transforma el dolor en arte
Descubrí que mi tristeza no era más que ira contenida conmigo mismo por haber tomado decisiones no tan acertadas en el pasado. Entonces, comencé a investigar acerca del tema, me apasioné y descubrí la manera increíble en la que podíamos salir de un bache emocional. De ahí surgió mi libro llamado Ganemos la Guerra Después con el conecté con mi pasión por el desarrollo humano y me ayudó a comprometerme a buscar una salida, entender mis emociones y transitarlas. En tu caso, encuentra algo en lo que puedas transformar tu angustia, escribe, canta, baila, ayuda a otros. Cuando alguien me escribe que ha leído mi libro y que le ha ayudado me siento profundamente agradecido y por irreal que parezca, agradesco haber pasado por esa situación oscura y dolorosa porque sólo así pude transformar mi dolor en arte.
2) Olvídate del ego, conecta con tu ser
El ego te hará creer que sólo tú estás pasando por un momento caótico, que estás solo. Eso sólo es una ilusión, nunca estamos solos, lo que pasa es que no pedimos ayuda. Habla con tu ego y dile: Sé que quieres protegerme pero en este momento tomo la decisión desde mi ser y no desde la máscara que me armé para sobrevivir, porque al final, el ego es solo eso, una máscara que te armaste para sobrevivir en el día a día. Aprende a conectar más con quien realmente quieres ser, es un camino largo y de mucha humildad.
3) Aprende a escuchar las señales de la vida
¿Y si esta situación que estás atravesando no es más que la manera en el que la vida te está “empujando” a tomar las decisiones que has dejado de lado? y ¿si la pérdida de ese trabajo te está empujando a reinventarte y gracias a eso descubres una pasión que no sabías que tenías?
Finalmente, ríndete a lo que es. La tristeza no se supera, se atraviesa, se siente y se entiende. Recuerda que cada emoción es información de nuestro cuerpo. ¿Crees que con la perfecta creación que somos habría algo malo dentro de nosotros?
En muchos casos, el detonante de muchas crisis es sentirse perdidos en la vida, sin propósito y sin lugar. Hemos romantizado mucho el hecho de tener un propósito de vida, ¿y qué si no sé cuál es el mío? ¿Y si el propósito de vida es vivirla? En mi curso MindSet Reestructura tu Mente precisamente hablo del propósito de vida y de innumerables herramientas de desarrollo personal que te ayudarán por lo menos a poner orden a tu mente en más de cinco horas de lecciones y por menos de lo que te gastas en una comida, ve AQUÍ si quieres averiguar más.
El recuerdo del chico en el suelo envuelto en sábanas siendo recogido en camilla por las autoridades llega a mi mente de vez en cuando, ese momento para mí fue de catarsis porque puede ver de primera mano cómo queda el mundo después que alguien ha tomado la decisión de irse y el impacto que puede tener en nosotros.
Gracias por leerme.